lunes, 12 de enero de 2009

2 YO SECRETARIA.

El poder del deseo
Cuando abrió la puerta se paró durante unos segundos que parecieron un eternidad. Una mano apoyada en el marco y la otra en el pomo. Entró despacio, cerró la puerta tras de sí y se dirigió con pasos lentos hacía mí. Me agarró el pelo y me llevo la cabeza hacía atrás, se agachó y sentí su lengua lamiendo mi cuello. su aliento tenía cierto olor a alcohol, seguramente había estado bebiendo antes de subir. Me levantó de la silla por los pelos que seguía sosteniendo en su mano izquierda. me Llevó hasta la mesa circular para reuniones que quedaba en la esquina derecha de la habitación. Se desanudó la corbata, me tumbo encima de la mesa y con ella me ató las manos a una de las patas de la mesa. Me subió la camisa de seda y me bajó los sujetadores sin quitármelos de manera que me apretasen en la espalda. me mordisqueó los pezones y me lamió el cuello y el resto del cuerpo que estaba al descubierto. Luego metió sus dedos por entre mi falda hasta dar con el comienzo de las bragas. Las arranco de un tirón. Yo sentí que todo mi cuerpo se combulsionaba, un frío me recorrió la espalda y unos espasmos lentos pero imparables mantenían mi cuerpo arqueado. Él se echo hacía atrás, se desato el cinturón y se bajó la cremallera del pantalón. Sacó su verga y la metió hasta el fondo agarrándome de la cintura. Una y otra vez, las sacudidas eran violentas, aquella cosa entraba y salía de mi cuerpo, que ya no era mío sino solo de él. Aquella tarde me utilizo cuantas veces quiso, sus sacudidas eran interminables, me follaba una y otra vez, sin descanso. No recuerdo el tiempo que pase en esa posición, taladrada por aquella bestia inhumana. Su rostro al que yo no miraba directamente estaba encendido y encolerizado. Mientras me poseía sin descanso me insultaba y me abofeteaba para que no lo mirase. Luego se sentó en una silla y se tomó una cerveza. Después de un rato todo volvió a comenzar...

jueves, 8 de enero de 2009

Siento que tengo que seguir contando esta historia, es la única manera de sentirme un poco mejor. Lo que voy a contar puede pareceros un poco fuerte. A veces la vida te enseña que hay cosas que tú puedes pensar que nunca harías y después te ves a ti misma ejecutando esas mismas acciones.
Los pasos se escuchaban en la escalera de acceso al almacén. Eran los suyos sin duda alguna, yo los conocía muy bien. Yo estaba sentada en mi escritorio con las manos entrelazadas sobre las rodillas.

miércoles, 7 de enero de 2009

1 YO SECRETARIA.

Desde la oficina
Llevo veinte años trabajando en el mismo lugar. Entré cuando sólo tenía 18 años. Primero mi dedicación era en la limpieza de la oficina, poco a poco me gane la confianza de mis jefes (dos socios) y les pedí que me admitieran como administrativa. Uno de ellos accedió porque yo le caía bien y porque sabía que era muy trabajadora. a partir de ese día trabajo en las oficinas como administrativa. Uno de mis jefes es una persona maravillosa pero el otro se ha dedicado a acosarme siempre. Pretende acostarse conmigo a cambio del favor que supuestamente me hizo consintiendo mi ascenso. Lo peor es que me acosté con él con tal de no perder el puesto. Al principio era por pura supervivencia, ahora es una adicción sin la que no puedo vivir pero que me hace sentir cada día más sucia. Cuando todo el mundo se marcha a casa yo sé que debo quedarme para seguir cumpliendo con mis obligaciones.

Mi jefe me ata a la pata de la mesa de su escritorio con un collar para perro y una correa, me pone a cuatro patas y me da por detrás cuantas veces quiere, mientras me golpea las nalgas con una fusta de montar y me habla de una manera vulgar y soez.

Yo siento una especie de repugnancia y de placer, una mezcla a la que cada día me siento más atada.... ahora no puedo seguir escribiendo... se acerca la hora y siento sus pasos en la escalera interior que sube del almacén.