miércoles, 30 de diciembre de 2009

25 de Diciembre fun, fun, fun...




Aunque soy Inspectora, como ya todos saben, también tengo algún que otro compromiso. Como familia, esparcida, eso sí. Pues lo que digo, que como todo mortal me tocó celebrar el día de Navidad. Todos a la mesa, previos saludos y demás besitos engorrosos. Con la sopa de galets esperando en el plato, ningún comensal podíamos empezar, sin la tan esperada llegada de la última invitada, menos requerida que el apocalipsis. Llegó. Con sus andares de marquesa venida a menos, y un abrigo muy emperifollado, aunque de marca sospechosa, brindando saludos con la mano a modo principesco. La perra familiar, llamada Lola, qué aunque no le hiciera ni caso no dejaba de pegar brincos a la recién aparecida, recibió por último una discreta patadita en el culo, por parte de la susodicha. Bueno... pues ya está, después de la representación teatral, por fin podíamos comer. Nos sentamos dispuestos a sorber la sopa. Pero la marquesa, venida a menos, que no deja de aprovechar estos eventos para llamar la atención, dicho sea de paso, porque no tiene otros. ¡Pues no se iba a callar! Con su habitual tono intelectual y en una lengua que no es la suya, pero que ella cree que le da glamour, se dispuso a iniciar su berborrea seudo psicológica. Temas controvertidos para intercambios de opiniones varias, preguntas insospechadas para comensales que se les quedaba la cara como la pasta de los galets. En fin... señora marquesa... ese culo inquieto que no paró en toda la comida de arrebatar la silla de otros, esperando llevar el peso de alguna conversación. Pero... ¿no se da usted cuenta de que no quieren hablar con su real persona? Y es que, para darle la razón sin opción al desacuerdo, pues para eso no se habla. Ni siquiera en la foto de familia pudo aparecer usted, que casualmente estaba en el baño... ¿casualidad o causalidad? Bueno, pero no se preocupe yo le tomé una cuando recién entraba por la puerta. La una y la otra para la posteridad. ¡Que bien se está en comisaría!

martes, 29 de diciembre de 2009

Intolerancia


Dadas las perversiones humanas conocidas y por conocer... ésta es una de ellas. No se puede decir que la peor, pues la variedad de la crueldad en los hombres posee un abanico infinito. ¡Es asombroso! lo que cuesta mover a las masas por causas justas. Todos tienen el tiempo muy ocupado, el trabajo, los hijos, las compras y sobre todo los acicalamientos personales. Algunos pueden pasarse media vida bajándose los calzones por cosas insustanciales, bueno insustanciales... ¡DINERO!, ¡PODER! Pero por la intolerancia... eso se toma con la mayor naturalidad, es más, el que en esta sociedad no es intolerante no está a la moda. Eso sí con muy buenos modales. Esta panda de inpresentables polluelos abandonan a la más absoluta marginación al que va de amarillo... siempre educadamente, claro está. Otra cosa es que el pollo amarillo se rebelase, entonces si le veriamos la otra cara a la "intolerancia": La Brutalidad en toda su gama y no de colores precisamente.

No les dejaré así.


Queridos lectores, efectivamente, Isabel llegó con una maltrecha maleta en la que escondía dos libros. yo la conocí bien y les puedo asegurar que los leyó incansablemente durante muchos años. Más por fidelidad hacía su hermano que por amor a la literatura. Ahora la vista le juega demasidas malas pasadas y los tiene guardados en un cajón, envueltos en un paño de hilo. Niebla, de Miguel de Unamuno, donde el autor ofrece su más profundo rechazo vital a una muerte que significa el final de la existencia, de la vida personal e intransferible. Una lucha encarnizada entre el protagonista de la novela, Augusto Pérez, y el propio autor. Una confrontación que arrastró toda una vida. Unamuno como todos sufría su dualidad: su realismo de la vida y una profunda fe ante Dios. Augusto Pérez se rebela contra Unamuno ante el tema de la imposible inmortalidad y la infructuosa lucha del hombre ante el trágico destino. El otro libro del mismo autor –y es que para Claudio siempre fue su favorito. – La tía Tula, en ella Unamuno introduce un erotismo sutil y sólo en escasos momentos explicito. Gertrudis, la tía Tula, renuncia casi de una manera egoísta a su propia vida anteponiéndola a sus enfermizas ansias de maternidad.

viernes, 20 de noviembre de 2009

Un futuro mejor



Como tantos otros, Isabel llegó de Zamora a Madrid, con apenas los dieciocho años cumplidos. Solo traía una maleta pequeña atada con un viejo cinturón de su padre, al que perdió durante la guerra por luchar en el bando de los rojos. Dentro todas sus pertenencias: alguna ropa gastada por el uso, una pastilla de jabón lagarto, un cepillo de dientes y algunas cremas que pudo conseguir con mucho esfuerzo. Pero sobre todo, llevaba como un tesoro, dos libros que su hermano Claudio le dio antes de perder la vida al igual que su padre, en el mismo bando. A la hora de disparar el fusil las manos le temblaron. Una bala le atravesó el costado. Él no disparó. No por cobarde, no, sino porque en esa España dividida por la tiranía, muchos de los que luchaban en el frente tenían ideas propias sobre la vida y la muerte y porque la bala que entraría en el pecho del otro es la misma que entró en su propio pecho. Las diferencias las establecieron los dictadores, los pervertidos, los enfermos de odio y de poder. no los que trabajaban en los campos o en las fabricas.
Isabel marchó de Madrid al poco, hacia la ciudad de los prodigios, de las oportunidades: Barcelona. Allí ha llevado una vida nada gloriosa. Siempre sirviendo a otros que no tuvieron que dejar sus casas ni a sus familias. Que ahora se las dan de hospitalarios y generosos, pero ella siempre comió sus sobras. Ahora casi está integrada, aunque hay algo que le recuerda siempre lo que es y a donde pertenece: los dos libros que su hermano Claudio le dio antes de dejar la vida en la trinchera.

lunes, 16 de noviembre de 2009

Insignificante


A veces, en la insignificancia de la vida, está convocada toda la soledad. Tan pequeñas son algunas cosas que se pueden hasta pisar… ¿Dónde está escondida la belleza? ¿Dónde se oculta la ternura? Esos pasos indiferentes que dejan trás de sí toda la verdad. ¡No lo vio siquiera! ¡O quizás huye de la propia mezquindad! Esto no es un mundo... ¡es una selva! ...por no decir una mierda...

martes, 22 de septiembre de 2009

Te extraño amiga



Para que vean ustedes que a las inspectoras de mi categoría también le pasan cosas personales que son verdaderos mazazos.

En esta fotografía aparece una de mis mejores amigas y mi más entrañable colaboradora. La mejor profesional en lo que a la medicina se refiere. Nunca he tenido un caso en el que ella no me haya dado su opinión científica y de la que yo no esté enormemente agradecida. Hemos sufrido penalidades en nuestra vida policial. Conflictos muy escabrosos en los que siempre he contado con su apoyo como experta y como amiga. No saben estas míseras paredes de comisaría como la echo en falta ¿ a quién llamo yo ahora en caso de necesidad profesional y emocional? Me jode un ovario que esta mujer se me haya ido a un viaje tan largo. Mira que se lo tengo dicho: ni se te ocurra solicitar años sabáticos de esos que les da a los funcionarios por pedir para hacer no sé qué cosas. Yo como mi vida es mi profesión ... ¡Pues nada! Ella va y los solicita. Y así me he quedado, con un caso entre las manos en el que una acreditada es sumamente necesaria. Ahora tendré que buscar a cualquier mindungui que me haga los informes ¡que asco! Bueno pero te voy a perdonar...

Aquí la vemos en uno de esos días en las que uno necesita tomarse una cervecita con los amigos en el bar de la esquina, muy cerquita de comisaria. Prefiero omitir el nombre para no dar publicidad a nadie y si no que nos hagan descuento. Como decía... aquí está ella tomándose un tentempié en uno de esos días en que la depresión profesional se te apodera. Concretamente ese día teníamos un caso muy delicado, en el que estaban comprometidas personas de altos vuelos. Un asesinato en el que su resolución podía llevarnos hacer peligrar nuestras vidas. "El extraño caso de Tárrega" Nos llevó días y muchas veladas como esta que ven en la foto, llegar a resolverlo. Pero finalmente mi genialidad y su sentido común nos condujo al mejor resultado policial para envidia de muchos. En fin... que la extraño un montón...

martes, 1 de septiembre de 2009

El día de después


Un primer duro día de trabajo en aquella comisaria de mala muerte, con foto de plantilla incluida ¡de asco! Este comisario tiene unas cosas...
Después de pasar todo el mes de agosto perdida en las montañas de la Cerdanya francesa, viendo pasar la vida despacito, sin apenas ruido, sin maleantes, sin chorizos, sin crímenes por aclarar. Me llevé algunas novelas para leer, el portátil para escribir, incluso llegue a escribir hasta una poesía ¡que cosas! Ahora estoy asqueada de nuevo, fumando cigarrillos, mirando una luna que parece hasta más sucia, será que a ella también le molesta esta ciudad llena de nauseabundas manchas y palomas medio muertas...

Un crimen de lo más vulgar me esperaba a las ocho de la mañana detrás de la puerta de mi despacho. Una prostituta muerta en pleno mercado de la boquería, quizás un ajuste de cuentas de un chulo burlado. Presentaba signos obvios de violencia, en la cara y en el torso y una fuerte incisión de arma blanca a la altura del corazón. Un corazón que nunca pudo sentir nada porque nació para olvidar y ser olvidado. A veces pienso que ante tanta miseria es mejor pasar a criar malvas. La puta en cuestión era de nacionalidad africana, pareciese que no han transcurrido los siglos. Remotos tiempos de la esclavitud, sino fuese porque hoy igual te encuentras fiambre a una puta negra que a una de rasgos arios. Vienen engañadas de todas partes a satisfacer los instintos más básicos del ser humano. Mafias que se lucran de las necesidades de pobres muchachas con hogares hundidos en la más absoluta pobreza, mafias que controlan sus vidas sin acabar nunca de cancelar las deudas que supuestamente contrajeron con ellos las pobres desgraciadas.
En particular me ha hecho gracia el comentario en el telediario matutino que escuchaba a primera hora de la mañana mientras me ponía las bragas y demás atuendo. La gente se mostraba indignada ante el micrófono de que aquellas señoras hicieran actos impuros en plena calle. De los clientes ni pío ¡ay que joderse! ¿acaso no son ellos los que acuden a buscar los ansiados servicios? ¿que la han mandado al otro mundo de un navajazo? Igual da. De las fotos que salían en pantalla todas salvaguardaban a los susodichos clientes, borrándoles las caras, que a lo mejor y sin equivocarme demasiado es el mismito marido de la pescatera o de la pollera. Pero eso sí, las guarras son ellas.

Así que después de un café máquina cutre a rabiar, tengo que investigar a esos hijos de su madre y a sus pupilas, que se cortarían la lengua antes de hablar con una inspectora de policía. De hecho los propietarios de las paradas del mercado tampoco están dispuestos a colaborar por miedo a las represalias. Caso aparte de inmundo complicado y además a quien le importa la muerte de una prostituta. Cuestión de trámite nada más. Atrás quedan los idílicos días de atardeceres casi místicos, es la hora de la vuelta al curro. Lo primero el informe para el Comisario Martinez, que me ha recibido con una sonrisa burlona de bienvenida ¡magnifico!

Me queda la esperanza de que esta noche miraré la luna por si hubiera decidido teletransportarme a una isla donde pueda practicar snokel.