Tengo sed y hambre. La noche es
demasiado larga y tan intensa que mis niveles de adrenalina todavía están al máximo.
Aún siento palpitar entre mis muslos el miembro de aquel hombre moreno, pero
más vértigo me produce el color sangre que emana de su garganta… el arte… la
febril locura… y los colores que emborrachan… ¡sobre todo los colores! Ese rojo
intenso que brota de su herida mortal, esa tierra siena tostada de su piel que brilla bajo el sudor ahora frío del cuerpo
musculado. Incluso el tufo acre de sus axilas y el corrosivo olor de las heces, que el hombre no pudo contener, al sentir que su vida se extinguía sin
posibilidad de indulgencia.
Le doy un largo trago a mi vaso de güisqui,
después de sacar las fotos que serán el único testigo de mi obra, le echare la
capa de yeso que la cubrirá a modo de escultura. Después el horno sellará la obra. No hay mejor manera de ocultar
un asesinato, que dejarlo a la vista de todos. No me queda mucho tiempo, la exposición se celebrará en la sala Maison
des Cultures du Monde de París dentro de dos semanas.
Sólo me falta un detalle, todavía no
tengo escultura para mi Narciso agonizante.
Esta noche necesito descansar y mañana también, pero Narciso no puede tardar en
llegar… el arte no sabe de esperas. Ya casi puedo sentir la sensación de la
conquista y el olor de la sangre fresca… Narciso... amor... te encontraré.
No hay comentarios:
Publicar un comentario