Escucho
un profundo suspiro al pasar por la puerta de la cocina. Me aparto hacia un
lado. Vuelvo a escucharlo, ahora seguido de un murmullo apenas imperceptible. Pego
el oído a la puerta que está entreabierta. Pongo atención. Es una conversación
con pequeños suspiros entrecortados. Ahora oigo ruido de platos, el agua corre
como un río entre la vajilla y las ollas. La conversación continua pero no
consigo entender una frase completa, sólo palabras sueltas que parecen no tener significado, excepto para la que las pronuncia. Pongo todos los sentidos…
Ahí
está. Es una conversación íntima. Meto la cabeza a través de la puerta y veo a
Elvira, sus labios se mueven emitiendo una cantinela, susurros cómo un eco de
adentro mientras trajina con cacharros y agua ¡Ahora entiendo! Ella se
pregunta. Se contesta. Cuestiona su vida, discute con su pasado, con un
presente que se escapa y un futuro que apenas existe.
Elvira
habla con ella misma porque nadie la escucha. Porque ha vivido con los labios
apretados y ya está cansada. Quiere hablar y habla aunque el agua se lleve las
palabras por el desagüe. Luego, con las manos juntas espera el olvido. Toda una vida pensando hasta que el pensamiento se ha
hecho conversación. Quisiera poner mi mano sobre su hombro y apretarlo ligeramente para
que me hable a mi siquiera pero yo…simplemente, no existo. Sólo soy la sombra
de Eva.
No hay comentarios:
Publicar un comentario