Desde hace algún tiempo mi amiga
Teresita anda diciendo que no se siente bien, que está cómo tristona, cómo
melancólica. Yo le digo que puede ser un poco de contagio por todo el panorama
social en el que vivimos inmersos. Eso nos acaba pasando factura. O quizás
arrastre todavía el trauma del divorcio, porque su marido se fue con una, veinte
años más joven.
Ella dice que todo eso le influye, por
supuesto, pero que es algo más hondo, más de adentro, cómo si el alma le
empezara a pesar. Bueno el caso que el otro día mi amiga y yo habíamos sido
invitadas a una cena con otros amigos. Teresita, que le gusta expresar sus
emociones, se puso a hablar de su recién adquirida tristeza:
─Pues yo
siento por primera vez que el tiempo corre demasiado deprisa, no sé cómo si no
lo pudiera alcanzar por mucho que corra ─dice Teresita con los ojos pequeñitos. Yo
veo que a Ricardo se le ponen los pelos como escarpias, tiene el pobre, un
problema con la edad y no está dispuesto a que nadie se lo recuerde.
─No digas
tonterías ─dice Ricardo con desdén, pues además, le pone enfermo todo que hace
referencia a la debilidad humana.
─De
verdad, Ricardo lo siento así. Creo que he empezado a sentir el paso de los
años ─dice Teresita con honestidad.
Los demás comensales permanecen
impasibles, cómo si oyeran llover, tal vez porque les importa un pimiento o
quizás porque presienten que va a haber sangre y están a la expectativa.
Ricardo se enerva cada vez más ante la posibilidad de ver en Teresita su propia
fragilidad.
─Eso te
pasará a ti, porque entre otras cosas te faltan estímulos externos. Yo por el contrario,
cada día me siento más joven, más guapo y más rico.
Teresita viendo que a Ricardo se le estaban
poniendo los ojos espiralados y le
temblaba la voz ligeramente, opta por callar y dejar que Ricardo metiera todos los
goles.
Y fíjate, que el otro día me llamó
Teresita para decirme que se iba a Houston a operarse las tetas y que por favor
llamase a Ricardo que lo habían ingresado en una clínica, muy prestigiosa eso si, por
una depresión o algo parecido.
La vida da muchas vueltas y
nuestras proyecciones ¡también!
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