martes, 3 de marzo de 2009

4 Carmela Bermúdez, inspectora de policia


Conexiones inexplicables

Ernesto Gutiérrez era, efectivamente como decía el comisario Martínez, un empresario y potentado industrial del mundo de la lencería. Había llevado a cabo en los últimos años un ascenso impresionante de la marca que regentaba: Annita Oregón basic. Se estaban esperando los datos que pudiera aportar la autopsia, pero era de esperar que la muerte, no fuese de ninguna de maneras natural, sino más bien un crimen, que por ahora seguía impune. Según las fotos que la inspectora Bermúdez tenía en su poder para hacer el consabido estudio minucioso, se le había encontrado atado a la cama únicamente por las manos y el resto del cuerpo mantenía una postura fetal, quizás por el dolor que el finado podría haber sentido ante el pedazo de supositorio que alguien, posiblemente el asesino le había introducido en el recto, haciendo que el cuerpo se encogiese para adoptar dicha postura y además se deshiciese de algunos gases que por cierto, aún reinaban en el ambiente. Como sabemos, el cadáver estaba vestido con un conjunto de la última colección que lleva su marca. Sujetador y bragas con unos encajes bordados monísimos que llevaban incorporados la cinta para sujetar las ligas, que también se encontraban en el cuerpo del Sr. Gutiérrez acompañando unas vistosas medias de seda de la misma marca. Los pies se veían enfundados en unos altísimos zapatos de tacón de aguja que se habían quedado un poco retorcidos, imaginamos por los movimientos contorsionistas del empresario antes de expirar.
La inspectora Bermúdez tiró las fotos, que cayeron en forma de abanico, sobre la mesa del comisario y metiendo la mano en el bolso se tomó el segundo tranquimazin del día.
- Esto no me gusta nada jefe. Para mí que este es un crimen pasional donde los hayan. No le importaría servirme un whisky de esos que tiene usted guardado para las ocasiones especiales…
- Me tiene usted preocupado Carmela con esas pastillas… y encima quiere meterse en el cuerpo el líquido alcohólico de mi propiedad. Que yo sepa esta no es ninguna ocasión que merezca tal celebración. –dice el comisario intentando persuadir a su subordinada.
- Es que hoy es mi cumpleaños… –dice Carmela con una tosecilla que esconde una mentira como un piano.
- Acabáramos, no se hable más. –dice el comisario abriendo el cajón de su secreté para sacar un chivas reserva, que le regaló un detenido para interrumpir un interrogatorio que se estaba poniendo un poco violento. –los hechos que aquí nos traen por el camino de la amargura y sobre todo su cumpleaños son suficientes para pegarnos un lingotazo de este oro líquido y hasta dos, que hoy estoy esplendido… y ¿de cuántos añitos estamos hablando inspectora? Ya puestos los informes sobre la mesa será mejor que disfrutemos de toda la información. –acabando la frase con sorna.
- No me toque los cojones jefe con el rollo de la edad, usted ponga el whisky en el vaso que lo demás son menudencias. De todas formas ya sabe que yo soy una mujer de mi tiempo y hoy en día lo que cuenta es la inteligencia… sí, sí… también la belleza, de la que no carezco, por cierto. –dice impávida Carmela atusándose el pelo.
Como el comisario ya se había llevado el contenido del vaso a la boca, al oír aquella sarta de tonterías no pudo evitar pegar un bufido extendiendo el contenido directamente sobre el careto de la inspectora Bermúdez, quien en un acto reflejo, pues siente verdadero cariño hacía su superior, le atizo un puñetazo en todas las narices. El impacto no fue excesivo por encontrarse la mesa mediando entre los dos.
- ¡coño Carmela! Haga el favor de contenerse o la detengo por desacato y agresión a la autoridad.
- Es usted al que habría que denunciar por abuso de poder e intimidación del personal a su cargo y encima tratándose de una inspectora.
- Ande, ande… dejemos esto en un mal entendido y vamos a brindar por que el caso se resuelva lo antes posible. Este es un asunto de suma importancia en el mundo empresarial y ya están jodiendo desde las altas esferas para que caigan cabezas, así que por muchos años y a trabajar. De momento tendríamos que hacerle una visita a su secretaría y posible amante para escuchar su versión de los hechos ¿no le parece?
- Eso está hecho jefe. Déjeme a mí a esa tortolita, que le voy a retorcer el pescuezo como un pichón al jerez, la muy …
- No haga tonterías que no está el horno para bollos. Sea cariñosa y tenga mano izquierda que a veces se consigue más. Y no olvide que es una cuestión que seguramente nos llevará a la burguesía sino más alto.
- A la secretaria me la meriendo yo. –dice la inspectora Bermúdez saliendo por la puerta, no sin esfuerzo, pues los tranquimazin y el whisky estaban haciendo su efecto. –ja, ja, ja, retumbó su risa con un tono infernal por todo el pasillo de comisaria…