miércoles, 20 de julio de 2016

Un vino de calidad

     A veces, uno tiene una especie de visión ilusoria, es algo parecido a una ráfaga de luz pasajera, fugaz… suele ser un momento mágico pero efímero. Es un tiempo tangible, incluso carnal,  carente de idealismo…  Parece real pero, es un engaño. Sí, eso es, un engaño.
     Álvaro está sentado, por alguna broma de la vida, en un lugar codiciado,  mientras saborea un buen vino. Un vino de excelente calidad, al que por desgracia no está acostumbrado. Álvaro siente, por ese breve espacio de tiempo,  que la vida le sonreía, estaba exultante. Aquel vino, Gran Reserva, impagable, corre por su garganta como un premio merecido. Como si fuera natural sentir el placer que no lleva implícito ningún sufrimiento, que no tiene coste adicional. Allí sentado con aquella copa de extraordinarias dimensiones, llena de aquel elixir de diferentes tonalidades, exquisito al paladar, la felicidad lo inunda.
     Días más tarde, sentado en una silla desvencijada,de una taberna, de un barrio marginal, comprende que todo aquello no existía, como un error del entendimiento, una burla, una comedia  vulgar y estúpida. Allí sentado, se creyó un hombre deseado, viril, seguro de sí mismo. Ahora sentía una vergüenza íntima, dolorosa de recordar. Con los achaques propios de la edad, con la amargura de una vida que ya cuenta el tiempo como una tenaza que ahoga, si la piensas.
     Nada, eso es lo que era. Hoy, ahoga aquel gozo en un tinto mediocre sin reflejos.        Pierde un poco de sangre… aquel vino Gran Reserva se escapa de su cuerpo con prisa insolente.

1 comentario:

  1. Los deseos siempre acaban por ahogarnos, unos lo hacen con el alcohol , otros con cualquier otra cosa.

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