lunes, 27 de junio de 2016

Para él

Acaba de abrir la puerta, un sol tenue entra y le ilumina la cara. La brisa le revuelve el pelo ondulado de color castaño claro. Es un hombre alto de agradables facciones, ligeramente alargadas y de ojos del color del cielo. Un sendero le lleva hasta el bosque, sus pasos son decididos y su caminar elegante y ligero. No quiere mirar atrás porque atrás ya no queda nada. Tiene fuerza, tiene energía para empezar de nuevo. Todo aquello ya no existe, su mujer, sus hijas, forman parte de un pasado, algo que se cruzó en el camino. Ahora la liberad se abre paso como una tormenta inevitable.

Se equivocó, lo sabe. Se equivocó muchas veces pero, también esos errores eran desconocidos, eran la lucha por  sobrevivir, por alimentar un presente que se marchó para siempre. Ahora se acercan a la cabecera de la cama donde yace un cuerpo que no es el suyo, aquellas mujeres que nunca entendieron nada. Aquellas mujeres que lo juzgaron siempre. Nunca hubo dialogo, ni preguntas, tampoco respuestas. Aquellas mujeres nunca lo amaron, tampoco él las amó. La vida es extraña. Ahora todo eso ya no importa. Deja escapar el aliento, su último aliento. Esa realidad ya nada tiene que ver con él.


Corre hacia el bosque en busca de sí mismo, sin ataduras, sin lamentos ni condiciones. Ya no tiene que mendigar  una vida que, nunca fue suya, sino solo a medias. Ahora solo es él y se aleja hacia el bosque. Antes de perderse entre los altos árboles llama con voz clara a su perra, la que lo amó y la que lo sigue.

1 comentario: