viernes, 19 de febrero de 2010

Lobo


Su voz retumba por toda la pradera, desde lo alto de la montaña, subido a la última roca pareciera qué casi toca el cielo. Es una madrugada fría, de su boca salen aullidos de escarcha. Su figura, recortada contra la esfera blanca recuerda el principio de la vida, el poder de lo infinito. El conocimiento de todo lo no sabido. Para él no existen juicios, ni leyes, ni dogmas. Unido a la naturaleza son una misma cosa, una misma forma. Lobo canta a la luna.
Abajo, la manada escucha la música. El viejo, recuerda sus días de gloria, ahora Lobo es el jefe. Cuando acabe su trance dirigirá la caza, todos los jóvenes están inquietos, sus pisadas quedan grabadas a fuego sobre la nieve. Lobo estira el cuello para romper el cielo, sus entrañas salen como lanzas. La Luna está enamorada. Él se mueve con pasos firmes y cortos.
No conoce el miedo.
Bajando hacia la pradera una última visión.
La de su amada.

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