martes, 22 de septiembre de 2009

Te extraño amiga



Para que vean ustedes que a las inspectoras de mi categoría también le pasan cosas personales que son verdaderos mazazos.

En esta fotografía aparece una de mis mejores amigas y mi más entrañable colaboradora. La mejor profesional en lo que a la medicina se refiere. Nunca he tenido un caso en el que ella no me haya dado su opinión científica y de la que yo no esté enormemente agradecida. Hemos sufrido penalidades en nuestra vida policial. Conflictos muy escabrosos en los que siempre he contado con su apoyo como experta y como amiga. No saben estas míseras paredes de comisaría como la echo en falta ¿ a quién llamo yo ahora en caso de necesidad profesional y emocional? Me jode un ovario que esta mujer se me haya ido a un viaje tan largo. Mira que se lo tengo dicho: ni se te ocurra solicitar años sabáticos de esos que les da a los funcionarios por pedir para hacer no sé qué cosas. Yo como mi vida es mi profesión ... ¡Pues nada! Ella va y los solicita. Y así me he quedado, con un caso entre las manos en el que una acreditada es sumamente necesaria. Ahora tendré que buscar a cualquier mindungui que me haga los informes ¡que asco! Bueno pero te voy a perdonar...

Aquí la vemos en uno de esos días en las que uno necesita tomarse una cervecita con los amigos en el bar de la esquina, muy cerquita de comisaria. Prefiero omitir el nombre para no dar publicidad a nadie y si no que nos hagan descuento. Como decía... aquí está ella tomándose un tentempié en uno de esos días en que la depresión profesional se te apodera. Concretamente ese día teníamos un caso muy delicado, en el que estaban comprometidas personas de altos vuelos. Un asesinato en el que su resolución podía llevarnos hacer peligrar nuestras vidas. "El extraño caso de Tárrega" Nos llevó días y muchas veladas como esta que ven en la foto, llegar a resolverlo. Pero finalmente mi genialidad y su sentido común nos condujo al mejor resultado policial para envidia de muchos. En fin... que la extraño un montón...

martes, 1 de septiembre de 2009

El día de después


Un primer duro día de trabajo en aquella comisaria de mala muerte, con foto de plantilla incluida ¡de asco! Este comisario tiene unas cosas...
Después de pasar todo el mes de agosto perdida en las montañas de la Cerdanya francesa, viendo pasar la vida despacito, sin apenas ruido, sin maleantes, sin chorizos, sin crímenes por aclarar. Me llevé algunas novelas para leer, el portátil para escribir, incluso llegue a escribir hasta una poesía ¡que cosas! Ahora estoy asqueada de nuevo, fumando cigarrillos, mirando una luna que parece hasta más sucia, será que a ella también le molesta esta ciudad llena de nauseabundas manchas y palomas medio muertas...

Un crimen de lo más vulgar me esperaba a las ocho de la mañana detrás de la puerta de mi despacho. Una prostituta muerta en pleno mercado de la boquería, quizás un ajuste de cuentas de un chulo burlado. Presentaba signos obvios de violencia, en la cara y en el torso y una fuerte incisión de arma blanca a la altura del corazón. Un corazón que nunca pudo sentir nada porque nació para olvidar y ser olvidado. A veces pienso que ante tanta miseria es mejor pasar a criar malvas. La puta en cuestión era de nacionalidad africana, pareciese que no han transcurrido los siglos. Remotos tiempos de la esclavitud, sino fuese porque hoy igual te encuentras fiambre a una puta negra que a una de rasgos arios. Vienen engañadas de todas partes a satisfacer los instintos más básicos del ser humano. Mafias que se lucran de las necesidades de pobres muchachas con hogares hundidos en la más absoluta pobreza, mafias que controlan sus vidas sin acabar nunca de cancelar las deudas que supuestamente contrajeron con ellos las pobres desgraciadas.
En particular me ha hecho gracia el comentario en el telediario matutino que escuchaba a primera hora de la mañana mientras me ponía las bragas y demás atuendo. La gente se mostraba indignada ante el micrófono de que aquellas señoras hicieran actos impuros en plena calle. De los clientes ni pío ¡ay que joderse! ¿acaso no son ellos los que acuden a buscar los ansiados servicios? ¿que la han mandado al otro mundo de un navajazo? Igual da. De las fotos que salían en pantalla todas salvaguardaban a los susodichos clientes, borrándoles las caras, que a lo mejor y sin equivocarme demasiado es el mismito marido de la pescatera o de la pollera. Pero eso sí, las guarras son ellas.

Así que después de un café máquina cutre a rabiar, tengo que investigar a esos hijos de su madre y a sus pupilas, que se cortarían la lengua antes de hablar con una inspectora de policía. De hecho los propietarios de las paradas del mercado tampoco están dispuestos a colaborar por miedo a las represalias. Caso aparte de inmundo complicado y además a quien le importa la muerte de una prostituta. Cuestión de trámite nada más. Atrás quedan los idílicos días de atardeceres casi místicos, es la hora de la vuelta al curro. Lo primero el informe para el Comisario Martinez, que me ha recibido con una sonrisa burlona de bienvenida ¡magnifico!

Me queda la esperanza de que esta noche miraré la luna por si hubiera decidido teletransportarme a una isla donde pueda practicar snokel.