martes, 29 de diciembre de 2009

No les dejaré así.


Queridos lectores, efectivamente, Isabel llegó con una maltrecha maleta en la que escondía dos libros. yo la conocí bien y les puedo asegurar que los leyó incansablemente durante muchos años. Más por fidelidad hacía su hermano que por amor a la literatura. Ahora la vista le juega demasidas malas pasadas y los tiene guardados en un cajón, envueltos en un paño de hilo. Niebla, de Miguel de Unamuno, donde el autor ofrece su más profundo rechazo vital a una muerte que significa el final de la existencia, de la vida personal e intransferible. Una lucha encarnizada entre el protagonista de la novela, Augusto Pérez, y el propio autor. Una confrontación que arrastró toda una vida. Unamuno como todos sufría su dualidad: su realismo de la vida y una profunda fe ante Dios. Augusto Pérez se rebela contra Unamuno ante el tema de la imposible inmortalidad y la infructuosa lucha del hombre ante el trágico destino. El otro libro del mismo autor –y es que para Claudio siempre fue su favorito. – La tía Tula, en ella Unamuno introduce un erotismo sutil y sólo en escasos momentos explicito. Gertrudis, la tía Tula, renuncia casi de una manera egoísta a su propia vida anteponiéndola a sus enfermizas ansias de maternidad.

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