
─No sabes mantener la compostura durante el trabajo Aurelia,
pareces el Cristo de los Faroles ─la regañó la inspectora.
─Yo necesito mi tiempo para acicalarme y he perdido la noción
del tiempo desde que estamos aquí metidas, como ratas ─lloriqueó Aurelia
─Bueno, cállate que esto ya está listo. Guarda los dossiers
en el maletín y atúsate el pelo que nos vamos…
─¿A dónde?
─A un pueblecito de la Cataluña profunda que te va a
encantar, todo muy verde no cómo ese pedregal sevillano donde desmantelamos a
los traficantes de ERES…
En cinco minutos escasos están saliendo de Barcelona por la A2,
al pasar por los túneles del Cadí, Aurelia se da cuenta que van en la vía de
Andorra, lo que aprovecha para preguntarle a la inspectora si podía comprarse
unos auriculares inalámbricos. Por contestación un guantazo en el moño y
berrido policial.
Ya en la comarca de la Cerdanya, Carmela toma una carretera
secundaria donde acabará por pasar la frontera iniciando un recorrido sinuoso
por una pista forestal hasta llegar a un pueblecito perdido llamado
Latour-de-Carol, donde Jordi Junior tiene una mansión parecida a la que aparece
en la película “Cumbres borrascosas”. Aparcan el coche entre unos abetos negros
para camuflarlo adecuadamente. Carmela comprueba su pistola reglamentaria (que
no cree vaya a necesitar) y le da un tirachinas a Aurelia…
─Yo esto no lo sé utilizar ─dice con cara de tener entre las manos
un bazooka.
─No te preocupes sólo es por si acaso tienes que asustar a algún
miembro del clan familiar ─la mira con sentimientos encontrados entre la
ternura y el fastidio. Bajan del vehículo y empiezan el ascenso hacia la
mansión de los Pujol… El portón de hierro forjado está cerrado y hay una pequeña
cámara adosada a una de las columnas de piedra. Carmela coge el tirachinas y
rompe la lente, mirando a la sicóloga con aire de superioridad. Después le saca
una horquilla del moño a su colega y empieza a forcejear con la cerradura hasta
que finalmente cede… Abre, no chirría, está engrasada (menos mal). Siguen adelante…Carmela
primero y Aurelia detrás agarrada al anorak de la inspectora. Todo parece ir a
las mil maravillas, parece que en pocos minutos tendrán a los Pujol con las
manos en la masa, contando el dinero negro, que se ha constatado, guardan debajo
de una enano de jardín (por cierto, bastante parecido a Jordi padre) En un
momento, la suerte cambia de rumbo y las dos valerosas mujeres se ven rodeadas
por cuatro mastines del pirineo dirigidos por el benjamín del clan Pujol… Un
hilillo fino va mojando los pantalones de la sicóloga…
─ya sabía yo que te ibas a mear, déjate de tonterías y apunta
con el tirachinas a la yugular…
─¿de quién?
─Del mastín, inútil.
─¿de cuál?
Continuará….
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