viernes, 9 de enero de 2015

La sombra de la doctora 7/ Altercado en la Cerdanya

Después de pasar más de setenta y dos horas documentándose en la comisaría central de Barcelona, Carmela y Aurelia (la doctora en psicología) estaban extenuadas. La inspectora Carmela no usa maquillaje, en esta ocasión eso le favorece sin duda alguna, en cambio, el aspecto despintado de Aurelia causaba pavor, tanto que casi mata del susto a un policía novato recién llegado de la academia.
─No sabes mantener la compostura durante el trabajo Aurelia, pareces el Cristo de los Faroles ─la regañó la inspectora.
─Yo necesito mi tiempo para acicalarme y he perdido la noción del tiempo desde que estamos aquí metidas, como ratas ─lloriqueó Aurelia
─Bueno, cállate que esto ya está listo. Guarda los dossiers en el maletín y atúsate el pelo que nos vamos…
─¿A dónde?
─A un pueblecito de la Cataluña profunda que te va a encantar, todo muy verde no cómo ese pedregal sevillano donde desmantelamos a los traficantes de ERES…
En cinco minutos escasos están saliendo de Barcelona por la A2, al pasar por los túneles del Cadí, Aurelia se da cuenta que van en la vía de Andorra, lo que aprovecha para preguntarle a la inspectora si podía comprarse unos auriculares inalámbricos. Por contestación un guantazo en el moño y berrido policial.
Ya en la comarca de la Cerdanya, Carmela toma una carretera secundaria donde acabará por pasar la frontera iniciando un recorrido sinuoso por una pista forestal hasta llegar a un pueblecito perdido llamado Latour-de-Carol, donde Jordi Junior tiene una mansión parecida a la que aparece en la película “Cumbres borrascosas”. Aparcan el coche entre unos abetos negros para camuflarlo adecuadamente. Carmela comprueba su pistola reglamentaria (que no cree vaya a necesitar) y le da un tirachinas a Aurelia…
─Yo esto no lo sé utilizar ─dice con cara de tener entre las manos un bazooka.
─No te preocupes sólo es por si acaso tienes que asustar a algún miembro del clan familiar ─la mira con sentimientos encontrados entre la ternura y el fastidio. Bajan del vehículo y empiezan el ascenso hacia la mansión de los Pujol… El portón de hierro forjado está cerrado y hay una pequeña cámara adosada a una de las columnas de piedra. Carmela coge el tirachinas y rompe la lente, mirando a la sicóloga con aire de superioridad. Después le saca una horquilla del moño a su colega y empieza a forcejear con la cerradura hasta que finalmente cede… Abre, no chirría, está engrasada (menos mal). Siguen adelante…Carmela primero y Aurelia detrás agarrada al anorak de la inspectora. Todo parece ir a las mil maravillas, parece que en pocos minutos tendrán a los Pujol con las manos en la masa, contando el dinero negro, que se ha constatado, guardan debajo de una enano de jardín (por cierto, bastante parecido a Jordi padre) En un momento, la suerte cambia de rumbo y las dos valerosas mujeres se ven rodeadas por cuatro mastines del pirineo dirigidos por el benjamín del clan Pujol… Un hilillo fino va mojando los pantalones de la sicóloga…
─ya sabía yo que te ibas a mear, déjate de tonterías y apunta con el tirachinas a la yugular…
─¿de quién?
─Del mastín, inútil.
─¿de cuál?

Continuará….






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