No puedo olvidar sus ojos. siempre me impresionó su forma de mirar, en la alegría y en el enfado, en la respuesta y en la pregunta. Su mirada era testimonio exacto de su sentir. Muchas veces sus ojos estaban perdidos en la abstracción, en un mundo ajeno, distinto de la realidad. Si reía, sus ojos también lo hacían, si lloraba, sus ojos reflejaban la tristeza inmensa del alma. Cuando aquellos ojos reflejaban dureza, no era la dureza literal, sino más bien un miedo instintivo, casi animal, del animal que se siente acorralado, humillado, sin escapatoria.
Un día, aquellos ojos tuvieron una importancia infinita, algo que ya no era de este mundo. Yo fui el testigo callado de aquella transformación. Aquellos hermosos ojos veían cosas intangibles para los que no han cruzado la otra orilla. Paisajes diferentes, donde el hombre toma otra dimensión, donde no existen prioridades sino ideas puras como las que explicó Platón. Colores y texturas que no existen en nuestro mundo, pertenecen al otro, al de la otra orilla.
Un día, aquellos ojos me miraron de forma tan intensa, desgarrada y tranquila a la vez, que supe que era una despedida. Ya no me miraría más. Sus ojos se marchaban para siempre pero me dejaron el recuerdo imborrable de aquella última mirada, con ella me traspaso, cruzo mi cuerpo y mi alma como la luz. Me elevó por encima de mi condición mortal y finita. Me regaló lo más preciado, aquella última mirada que lo explica todo, todo lo sentido y todo lo vivido. La generosidad del regalo de aquellos ojos que supieron explicarlo todo.
Merece la pena escribir para contar, para saber, para encontrar... por el placer de ser y de sentir...
martes, 20 de septiembre de 2016
miércoles, 20 de julio de 2016
Un vino de calidad
A veces, uno tiene una especie de visión
ilusoria, es algo parecido a una ráfaga de luz pasajera, fugaz… suele ser un
momento mágico pero efímero. Es un tiempo tangible, incluso carnal, carente de idealismo… Parece real pero, es un engaño. Sí, eso es, un
engaño.
Álvaro está sentado, por alguna broma de
la vida, en un lugar codiciado, mientras
saborea un buen vino. Un vino de excelente calidad, al que por desgracia no
está acostumbrado. Álvaro siente, por ese breve espacio de tiempo, que la vida le sonreía, estaba exultante. Aquel
vino, Gran Reserva, impagable, corre por su garganta como un premio merecido. Como
si fuera natural sentir el placer que no lleva implícito ningún sufrimiento,
que no tiene coste adicional. Allí sentado con aquella copa de extraordinarias
dimensiones, llena de aquel elixir de diferentes tonalidades, exquisito al
paladar, la felicidad lo inunda.
Días más tarde, sentado en una silla desvencijada,de una taberna, de un
barrio marginal, comprende que todo aquello no
existía, como un error del entendimiento, una burla, una comedia vulgar y estúpida. Allí sentado, se
creyó un hombre deseado, viril, seguro de sí mismo. Ahora sentía una vergüenza íntima,
dolorosa de recordar. Con los achaques propios de la edad, con la amargura de
una vida que ya cuenta el tiempo como una tenaza que ahoga, si la piensas.
Nada, eso es lo que era. Hoy, ahoga aquel gozo
en un tinto mediocre sin reflejos. Pierde un poco de sangre… aquel vino Gran Reserva se escapa de su cuerpo con prisa insolente.
lunes, 27 de junio de 2016
Para él
Acaba de abrir la puerta, un sol tenue
entra y le ilumina la cara. La brisa le revuelve el pelo ondulado de color
castaño claro. Es un hombre alto de agradables facciones, ligeramente alargadas
y de ojos del color del cielo. Un sendero le lleva hasta el bosque, sus pasos
son decididos y su caminar elegante y ligero. No quiere mirar atrás porque
atrás ya no queda nada. Tiene fuerza, tiene energía para empezar de nuevo. Todo
aquello ya no existe, su mujer, sus hijas, forman parte de un pasado, algo que
se cruzó en el camino. Ahora la liberad se abre paso como una tormenta
inevitable.
Se equivocó, lo sabe. Se equivocó
muchas veces pero, también esos errores eran desconocidos, eran la lucha por sobrevivir, por alimentar un presente que se
marchó para siempre. Ahora se acercan a la cabecera de la cama donde yace un
cuerpo que no es el suyo, aquellas mujeres que nunca entendieron nada. Aquellas
mujeres que lo juzgaron siempre. Nunca hubo dialogo, ni preguntas, tampoco
respuestas. Aquellas mujeres nunca lo amaron, tampoco él las amó. La vida es
extraña. Ahora todo eso ya no importa. Deja escapar el aliento, su último
aliento. Esa realidad ya nada tiene que ver con él.
Corre hacia el bosque en busca de sí
mismo, sin ataduras, sin lamentos ni condiciones. Ya no tiene que mendigar una vida que, nunca fue suya, sino solo a
medias. Ahora solo es él y se aleja hacia el bosque. Antes de perderse entre los
altos árboles llama con voz clara a su perra, la que lo amó y la que lo sigue.
lunes, 20 de junio de 2016
Vampiros a la carta 2
Hay vampiros de muchas clases, de eso,
estamos avisados. Crecen y se multiplican y eso, también es verdad. De hecho,
cada vez hay más. Esto es debido, diréis, porque hay más de todo, en general ¡Pues
no! Los vampiros proliferan porque, cada día, lo que sí hay más, es ignorancia
creativa y emocional y menos pensamiento crítico y auto crítico. Ahora no se
quiere hacer crítica… nos hemos vuelto ecológicamente estúpidos. En esta nueva
era, todos quieren ser tolerantemente imbéciles. Vestidos de profetas tecnológicos,
desiguales clonados o sobre la bicicleta mugrienta. La tolerancia por el prójimo
nos esponja el cerebro y nos arranca lo único que poseemos verdaderamente:
nuestra individualidad. En esa falta de individualidad, ahí, es donde se
fabrican los nidos vampíricos.
Un ejemplo. Vampiro, criado en los márgenes,
entre el pueblo llano y la envidia universal. A medida que crecía, la inocencia se fue
fosilizando y la envidia tomo dimensiones desconocidas. Un buen “pelotazo”
lanzo a este vampiro, sin muchas luces, a la cresta del consumismo
recalcitrante pero, en vez de quedarse varado en la playa caliente y
contaminada del ambiente del buen consumidor, le dio por hacer el bien al
prójimo. Se afilió a una buena causa
donde, con su dinero, tuviese un cargo medianamente importante. A partir de
ahí de disfrazó de santurrón, de beato liberal y esquizofrénico, donde lo mismo
le da, ser un día el saca sangre tacaño y rastrero, dado al victimismo de enfermedades fantasmagóricas que, pretender ser el oráculo de los idiotas. Se sube a la montaña para sermonear a las
pobres ovejas, que aparte de aburrirlas, les saca hasta la última gota de leche.
Este vampiro es ecológicamente bien visto y cuesta de cazar, pues se esconde
entre las multitudes consumistas y bonachonas que, incluso lo defienden. Las fuerzas del orden antivampírico
están detrás del asunto. Veremos resultados…
sábado, 11 de junio de 2016
Vampiros a la carta I
Después de un largo viaje, he
regresado a casa. A casa de Eva, por supuesto. He recorrido calles, ciudades, países.
Era un trabajo especial, un caso de criminalidad psicológica. Durante un
periodo de tiempo he tenido que observar muchos rostros, distintas expresiones.
Miradas que desentrañan muchos misterios. Misterios transparentes, esos que son
de librito. Misterios emborronados, esos que tienes que pensar un rato y luego
te cae la ficha. Misterios opacos, esos son los más difíciles. Has de hurgar
bien en la tenebrosa personalidad de estos depredadores humanos, capaces de absorber
una gran cantidad de energía de sus semejantes. No se puede uno dejar engañar,
lo primero, es saber que tú también, como investigadora, eres vulnerable a esa
vampirización, sangría energética y espiritual.
Pongamos, por ejemplo, el caso, del Gran Alacrán. Este espécimen
hembra lo encontré en una urbanización
de lujo, nadie diría que era un vampiro, más bien parecía caperucita roja huyendo,
atormentada del lobo feroz. Pero mi nariz
intuitiva no me suele engañar, había algo en su mirada, un poco más allá de los
ojos, donde se esconde el alter ego. ¡Allí estaba! Una vampira ganchuda y
perseverante como una hormiguita recolectora, siempre al acecho, siempre
envenenando… siempre chupando sangre. ¡Uff! fue un trabajo duro, pero
finalmente fue llevada delante de las fuerzas del bien, restauradoras de
personalidades vampíricas.
Otro caso que me ha tenido muy ocupada,
es el caso del vampiro en serie. ¡Devastador¡ este vampiro no deja títere con
cabeza, es cansino. He recorrido cientos de lugares para poder atraparlo. Este
vampiro es como el buey que arrastra el yugo de su propia necesidad devoradora.
Su chupadera es dañina para él mismo pero, imposible de gobernar. No se sacia
nunca, hay que arrancarlo de sus víctimas a lo bruto y se revuelve contra todo.
Peligroso, este vampiro. La clave para atraparlo ha sido, no su alter ego, como
en el caso del Gran Alacrán. Este vampiro fue atrapado por su propia estupidez
y eso se paga. Chupar indiscriminadamente no es inteligente, hay que seleccionar…ahí
cayó.
Otros muchos vampiros me han ocupado
este tiempo de trabajo en el extranjero virtual… Ya os seguiré contando… que no
quiero agotar a los nuevos en el campo de la investigación profesional. Continuara...
miércoles, 11 de noviembre de 2015
Ellos y Nosotros
Recuerdo que la larga cola daba la
vuelta a la esquina, nos calaba un olor conocido, íntimo, a humanidad. Al principio
me resultaba ajeno e incluso sórdido e inmoral. Con el paso de los días me fui
acostumbrando y empecé a sentirme absorbido por aquel olor, me dejo de molestar. No
solo eran los cuerpos los que gritaban su jadeo, también eran los pensamientos,
el miedo y sobre todo el hambre. No había apenas palabras entre aquellas
gentes, eran miradas furtivas las que ganaban al tiempo. Los silencios eran
espesos y pegajosos para los hombres, las mujeres tenían los ojos hundidos por
la humedad y la tristeza. Solo el insoportable llanto de los niños rompía la virginal
mudez. El auxilio social llegaba en forma de chusco, allí no había diferencias porque todos habíamos quedado en la exclusión. Un destierro social que no
hicimos nosotros. Una guerra que se fue gestando por intereses y odios pero que
no tenía el olor a humanidad de aquella cola infinita. La guerra tenía el olor
de los despachos, de la corrupción, del poder, de los trajes bien cortados y de
las rancias estancias. Como en una fotografía, los colores fueron desapareciendo
hasta quedar solo el blanco y negro.
Tengo aquella foto en mis
manos, la hizo un reportero extremeño que solía repartir su pan entre los más
pequeños. Se llamaba Claudio y murió de un tiro en la nuca, pero eso ya no
tiene importancia. Los años me han enseñado que todo vuelve y que no existen los bandos, que todos somos lo mismo, ellos y nosotros. Que todo se repite…
incluso la esperanza de una vida mejor.
domingo, 18 de octubre de 2015
Nada
Ya no queda
nada. Se mira las manos endurecidas por el trabajo del campo y piensa que siempre
las recuerda así de toscas, quizás algún día fueron ingenuas. Antes que él, su
padre cuido las tierras y las ovejas. No ha sido una vida fácil pero los
largos días de pastoreo en las altas laderas, no dejan de herirle las
voluntades. Era una felicidad legítima, de aquellas que son incuestionables. Él
no entiende de números pero le parecen verdades absolutas las tardes junto a
Teresa, mirando arder la leña. Ella remendaba los descosidos de las vestiduras
pero sobre todo los del alma, que están más quebrantados, como sus huesos.
Ya no queda
nada. Un día Teresa se marchó después de la tormenta. Hubo de vender las
ovejas, se fueron en un camión para servir de alimento a personas con corbata.
Siguió cuidando la huerta bajo la mirada de su perro, ahora sin rebaño y tan
achacoso como él. Pan y café y sobre todo recordar a Teresa.
Ya no queda
nada. El perro yace sobre la cama de paja cerca del hogar. Se ha marchado antes
que él. Eso sí ha sido una mala pasada, piensa y sin saber porque se mira las
manos, le acaricia la cabeza y le perdona el abandono. Tres días después, el
hombre que nació para morir deja ir el aliento que concluye la existencia. Le
parece ver a Teresa junto al fuego y escuchar al perro ladrar a la aurora. Ya
no queda nada.
miércoles, 14 de octubre de 2015
Despacio
La máquina de
escribir suena y arranca palabras, algunas pausas y vuelve a sonar. El humo del
cigarrillo inunda la habitación. Papel pintado años sesenta y una decoración
cargada parecen abrigar el caos. Libros y notas desparramados como la maleza
que devora un jardín que dejó de cuidarse hace tiempo. Fue un hombre apuesto, de sonrisa amplia, seguro de sí mismo. Ahora las canas y la vejez le
han ganado la partida, una partida perdida de antemano, aunque nunca recuerda
haber pensado que el tiempo cumpliera su objetivo, desvanecerse. A veces, para y
mira algunos retratos llenos de polvo. Personas desaparecidas… la palabra
le hace sonreír. Por muchos libros que pudiera escribir jamás podría explicar esa desaparición. No logra comprender. Ni
siquiera haberse convertido en alcohólico le ha dado lucidez para comprender la nada de algo que existió. Vida finita, depredadora de existencias que se evaporan.
Hace tiempo
que le tiemblan las manos, limpia con el puño de la camisa el cristal de un pequeño
marco. Venido de lejos aparecen la imagen de una mujer hermosa abrazada a un
perro pequeño y lanudo. Se sirve un vaso de güisqui y lo apura. Un dolor ciego
le abrasa el estomago, aprieta el pequeño marco. Está cansado de intentar su
propia desaparición y parece que el destino se ríe del intento loco de un
hombre más.
sábado, 10 de octubre de 2015
¿Una actitud mental?
El
modo de vida actual nos lleva a tener una actitud apresurada ante la gran
cantidad de cosas que tenemos que hacer o que no tenemos que hacer, me explico.
Sábado, no tenemos que trabajar, nos levantamos por la mañana y existe una
prisa escondida en nuestro reloj interno, ¿prisa por desayunar? ¿Por salir a
pasear? ¿Por hacer aquello que toda la semana estoy deseando hacer?
Es una
prisa perezosa como dos caras de la misma moneda. Una parte de nosotros solo
siente hastío hacia un día en blanco y otra parte quiere llenar los huecos a
como dé lugar… Es una prisa que se
revuelve en sí misma, un quehacer inútil. Perdidos en nuestro paraíso de fiesta
semanal damos vueltas sobre nosotros mismos enloquecidos, llenos de temor ante
el precipicio de lo que somos: Unos seres tediosos que enloquecen ante su
propia muerte, humanos agarrados a la comunicación ficticia y al abanico de
posibilidades que se van proyectando delante de nosotros como una película que nunca
te dejará buen sabor de boca.
Algunos dicen que hay que tener cierta actitud mental…¿ser positivos, tal vez? Un maldito libro de autoayuda siempre puede disparar tu huida hacia delante, eso sí ¡no mires atrás!
martes, 15 de septiembre de 2015
Los boicoteadores
Los
boicoteadores son aquellas personas que socavan nuestros esfuerzos por romper
patrones insanos en nuestra relación con nosotros mismos. Cuando hemos tomado la decisión de
escribir (o de hacer cualquier otra cosa) hemos de ser especialmente cautelosos
a la hora de enseñar nuestro trabajo y nuestros proyectos. Es verdad que a
todos nos gusta compartir lo que escribimos, nuestros anhelos e inquietudes y
esperar de los demás fructíferas opiniones, que nos lancen con fuerza hacia
nuestros objetivos pero la realidad… es que no suele ser así.
Los amigos «bienintencionados»
pueden obstaculizar la forma en la que nos expresamos, el lugar a donde queremos
llegar. Con sus opiniones casi siempre faltas de objetividad, pues están
contaminadas, por sus propios miedos a la
creatividad y a la incapacidad para cambiar de rumbo su propia
vida. Abandonar el área de confort no es fácil y si alguien osa cambiarlo los
demás suelen revolverse como un gato en la bañera.
No debería resultarnos
sorprendente que las personas en las que más confiamos (amigos, familia,
pareja) sean aquellas que más amenazadas se sienten ante el inminente cambio
que produce la creatividad o el cambio de rumbo en nuestra mente y deseen que
todo vuelva a su lugar. Esta actitud es realmente tóxica tanto para nuestra
creatividad literaria como para lograr nuestras metas. Tengo comprobado por
experiencia propia que muchas veces, por compartir un escrito lo he dejado de
lado durante meses, por la simple razón de haber perdido la seguridad en mi
misma, ante la opinión de los demás. Aún así el mayor saboteador es uno mismo,
no debemos dejar que el autosabotaje carcoma nuestra seguridad en nuestra vida
creativa. Y… una cosa más, se escribe ante todo para nosotros mismos. Escribir es
un proceso personal y nos debe importar muy poco la opinión ajena, esto lo
podemos transcribir a cualquier parcela de nuestra vida.
jueves, 20 de agosto de 2015
A un amigo, el miedo.
Los humanos sufrimos
el miedo. Hay muchas clases de miedo pero, todas ellas son una misma cosa transformándose
en cada acción. El miedo a la vergüenza es la mordaza de grandes creadores.
La vergüenza,
es un mecanismo que la mente utiliza ante la pérdida de control. Cuando alguien
avergüenza a otra persona está impidiendo que se comporte de manera espontánea.
Cuando escribimos o creamos podemos sentir que estamos desvelando algún secreto
importante sobre nosotros mismos Sentimos vergüenza de lo que puedan pensar
otras personas sobre esas revelaciones. Sentimos miedo.
La verdad es
que se debería mirar desde otro punto de vista. Cuando escribimos o hacemos una
creación artística estamos enfrentando a la sociedad con ella misma. Salen
cosas a la luz, iluminamos la oscuridad del corazón y alejamos las sombras.
El arte,
airea las estancias del alma y con ello trae salud mental. Muchas veces
nos avergonzamos como artistas de nuestras obras. Debemos aprender de esta
vergüenza y saber que crear no es un error, ni mucho menos una debilidad, sino
una muestra de fortaleza. Hay que olvidarse de las críticas que hacen
daño, desprecian o ridiculizan.
Respira
profundamente, ensancha los pulmones, saca pecho y siente orgullo de todo
aquello que haces. Pero sobre todo de lo que creas porque el arte es lo
único que eleva al hombre por encima de la mediocridad.
miércoles, 12 de agosto de 2015
La sorpresa
Con un copa de cava en la mano, dejando vagar el pensamiento, los ojos se van posando en los objetos del salón y en los invitados, casi todos somos viejos conocidos, algunos pertenecemos al mundo del arte y la literatura, otros editoriales y familia bien avenida, otros simplemente hacen la función de relleno. Ricardo se me ha acercado y me explica su viaje a la Provenza, le escucho distraído. Me sobresalta el timbre de la puerta, según mis cálculos no se esperan más invitados o quizás no me he informado bien, cosa que suelo hacer debido a una especie de fobia social que me ataca furtivamente en eventos de más de seis personajes y digo personajes porque para mi a partir de esa cifra dejan de ser personas para entrar directamente en el mundo de la literatura de ficción.
A lo que vamos...el timbre. ¡zasca! allí está Conchita saludando a todo el mundo como una diva retirada y decadente sobre la alfombra roja del Hollywood postmoderno. Con un vestido galáctico que recuerda a una mala imitación de la morena de Abba. Miro a mi alrededor, imposible escapar de la situación ni de la depredadora galáctica. Siento si apretado abrazo y esas dos pequeñas protuberancias que tiene por pechos, ella parece que quiere restregarse contra mi. Siento arcadas pero me derrumbo al sentir su aliento húmedo y caliente en mi oreja izquierda. Lo peor esta por llegar, siento sus manos como tenazas agarradas a mi brazo que luego se pasean impunes por mi espalda, me arrastra hasta el sillón para dos y prácticamente se me echa encima. Mi cabeza da vueltas sin encontrar la salida... me quedaré allí atrapado por toda la eternidad. Imposible moverme... mi fobia social me ha anclado a aquella ninfa deforme y al sillón que nos acoge.
A lo que vamos...el timbre. ¡zasca! allí está Conchita saludando a todo el mundo como una diva retirada y decadente sobre la alfombra roja del Hollywood postmoderno. Con un vestido galáctico que recuerda a una mala imitación de la morena de Abba. Miro a mi alrededor, imposible escapar de la situación ni de la depredadora galáctica. Siento si apretado abrazo y esas dos pequeñas protuberancias que tiene por pechos, ella parece que quiere restregarse contra mi. Siento arcadas pero me derrumbo al sentir su aliento húmedo y caliente en mi oreja izquierda. Lo peor esta por llegar, siento sus manos como tenazas agarradas a mi brazo que luego se pasean impunes por mi espalda, me arrastra hasta el sillón para dos y prácticamente se me echa encima. Mi cabeza da vueltas sin encontrar la salida... me quedaré allí atrapado por toda la eternidad. Imposible moverme... mi fobia social me ha anclado a aquella ninfa deforme y al sillón que nos acoge.
jueves, 11 de junio de 2015
¿Como va todo?
Estoy parado, mirando por la ventana de un undécimo piso de un gran rascacielos, de esos que apuntan hacia el universo pero no descifran nada. Miro como se extienden los tentáculos de una ciudad cualquiera, siento nauseas. De pronto pasa cayendo un hombre desde arriba, mis ojos se cruzan con los de él y el tiempo se ralentiza, de forma casi mecánica le digo: "¿Como va todo?"
"¡Hasta ahora todo va bien!"
Cuando el hombre ha desaparecido de mi vista, me impresiona mi pregunta, las palabras huecas carentes del verdadero interés de saber. No, mejor dicho del odio al que cae, porque el que cae solo es una proyección de mi propia caída. ¿Como le va todo?. Me siento en mi despacho, abatido, rodeado de tecnología dedicada exclusivamente a la comunicación... a la comunicación sorda, muda y ciega. Desde entonces, me pregunto que habrá sido del aterrizaje de aquel hombre... Ahora conozco la respuesta: "Todos caemos inevitablemente, solo que la velocidad es tan lenta que apenas si la percibimos, por eso no queremos saber de la caída ajena."
"¡Hasta ahora todo va bien!"
Cuando el hombre ha desaparecido de mi vista, me impresiona mi pregunta, las palabras huecas carentes del verdadero interés de saber. No, mejor dicho del odio al que cae, porque el que cae solo es una proyección de mi propia caída. ¿Como le va todo?. Me siento en mi despacho, abatido, rodeado de tecnología dedicada exclusivamente a la comunicación... a la comunicación sorda, muda y ciega. Desde entonces, me pregunto que habrá sido del aterrizaje de aquel hombre... Ahora conozco la respuesta: "Todos caemos inevitablemente, solo que la velocidad es tan lenta que apenas si la percibimos, por eso no queremos saber de la caída ajena."
domingo, 24 de mayo de 2015
palabras
Alvaro esta sentado en su sillón, con un libro sobre el regazo, a medio leer. Está cavilando, reflexionando sobre lo leído. Palabras caídas de la pluma del que escribió y encontradas por él. En ese reflexionar sobre ese verbo, sobre esas voces y lo que ellas van hilando, como quién teje una bufanda para el invierno, empiezan, todas ellas (las palabras) a girar en círculos y ese círculo se vuelve espiral, y esa espiral abismo... ¡ahí se detiene el tiempo!
Del hueco negro que dejaron las palabras, aparece una mano que se agarra con la misma vida, luego la otra mano, luego la cabeza con los ojos atormentados. Finalmente brota el escritor todo completo y se echa exhausto al borde de su infierno de palabras.
Alvaro urgente le tiende la mano al amigo que hasta ahora descansaba en su regazo. Ahora, hecho carne y hueso. Al estrecharla ya no recuerda las palabras que estaba leyendo sino la fuerza del sufrimiento de aquel hombre, que bien, podría ser él mismo.
Del hueco negro que dejaron las palabras, aparece una mano que se agarra con la misma vida, luego la otra mano, luego la cabeza con los ojos atormentados. Finalmente brota el escritor todo completo y se echa exhausto al borde de su infierno de palabras.
Alvaro urgente le tiende la mano al amigo que hasta ahora descansaba en su regazo. Ahora, hecho carne y hueso. Al estrecharla ya no recuerda las palabras que estaba leyendo sino la fuerza del sufrimiento de aquel hombre, que bien, podría ser él mismo.
jueves, 23 de abril de 2015
Neruda, la belleza hecha verso para un feliz Sant Jordi
Muere
lentamente quien no viaja,
quien no lee, quien no escucha música,
quien no halla encanto en si mismo.
Muere lentamente quien destruye su amor propio,
quien no se deja ayudar.
Muere lentamente quien se transforma en esclavo del habito, repitiendo todos los días los mismos senderos,
quien no cambia de rutina,
no se arriesga a vestir un nuevo color
o no conversa con desconocidos.
Muere lentamente quien evita una pasión
Y su remolino de emociones,
Aquellas que rescatan el brillo en los ojos
y los corazones decaídos.
Muere lentamente quien no cambia de vida cuando está insatisfecho con su trabajo o su amor,
Quien no arriesga lo seguro por lo incierto
para ir detrás de un sueño,
quien no se permite al menos una vez en la vida huir de los consejos sensatos…
quien no lee, quien no escucha música,
quien no halla encanto en si mismo.
Muere lentamente quien destruye su amor propio,
quien no se deja ayudar.
Muere lentamente quien se transforma en esclavo del habito, repitiendo todos los días los mismos senderos,
quien no cambia de rutina,
no se arriesga a vestir un nuevo color
o no conversa con desconocidos.
Muere lentamente quien evita una pasión
Y su remolino de emociones,
Aquellas que rescatan el brillo en los ojos
y los corazones decaídos.
Muere lentamente quien no cambia de vida cuando está insatisfecho con su trabajo o su amor,
Quien no arriesga lo seguro por lo incierto
para ir detrás de un sueño,
quien no se permite al menos una vez en la vida huir de los consejos sensatos…
miércoles, 22 de abril de 2015
CAPÍTULO 1/ El regreso 1964
Jorge Arana venía a matar a un
hombre. No podía ser de otra manera. No existía otra posibilidad si quería
conservar su propia vida.
El talgo, de color rojo y aluminio,
procedente de Madrid, entró por el andén número tres de la Estación de Francia, acababa
así el recorrido de aquel hombre de facciones severas, una forma extraña de
ocultar cierta sensibilidad. Se podía escuchar un gran bullicio en los andenes
que esperaban a familiares y amigos. El tren fue, poco a poco, bajando el ritmo
de sus ruedas de acero hasta quedar totalmente parado. Dentro los pasajeros se movían con maletas y
paquetes hacía las puertas de salida. Todos tenían prisa por bajar, en los
vagones el tiempo parecía detenido, la distancia era larga y el trayecto se
convertía en algo demasiado urgente, sobre todo en la última hora en la que ya
todo el mundo estaba harto del viaje. Aunque el Talgo era la gran innovación en
el transporte rodado, antes de esto, el promedio de un viaje entre Madrid y
Barcelona era de 12 horas, como mínimo. La gente se apeaba con prisas. Jorge Arana, era el único que permanecía en su
asiento mirando a través de la ventanilla. Llevaba el cansancio escrito en el
rostro aunque él no podía percibirlo, soportaba excesiva tensión y llegar por
fin al destino lo dejaba en un estado de melancolía sorda que aún no
apaciguando su niveles de conciencia alterados por lo menos le hacía sentir
algo de equilibrio. Los acontecimientos se habían precipitado en las últimas
semanas. Hoy mismo, había cogido el tren de primera hora de la mañana, cuando
apenas había amanecido. Aquel viaje, sin saber bien el motivo, le recordaba
otro de características muy diferentes. Le costaba recordar, su memoria era
bastante frágil pero de aquel tramo de vida, recordaba la fecha exacta, había
sido en el transcurso del año 1940, los primeros días del mes de enero, mientras
todavía la ciudad estaba engalanada de navidad, aunque fuera una navidad triste
y opaca. Entonces lo hizo en un furgón que apestaba a un olor agrio, la fetidez orgánica se mezclaba con la
de vómito y el hedor que desprenden los cuerpos ante el miedo. El miedo tiene
un olor muy característico, sólo lo conocen aquellos que bajo un sentimiento de
pánico permanecen apretados en medio de
otros seres humanos que sufren la misma emoción. La situación de todas aquellas
personas en hicieron aquel viaje encerrados como animales le hacía sentir
escalofríos se frotó la garganta para
arrancar un nudo que lo ahogaba. No habían pasado muchas cosas desde entonces
porque aquel tiempo parecía haberse instalado para siempre dentro de él. Era un
abismo por el que había ido cayendo. Le fallaban los recuerdos, es verdad, pero
la rabia no había dejado de crecer ni un solo día desde entonces.
Asesinar a sangre fría requiere un
método, no es lo mismo dejarse llevar por el instinto de supervivencia, o por
una subida de adrenalina provocada por el odio, o un mal momento de locura
transitoria en el que un hecho puntual o el cúmulo de muchos pueden llevar al
ser humano a matar a alguien. No es lo mismo matar al enemigo en el ardor de la
pelea, que tener que planear su muerte. Se considera asesinato cuando una persona causa la muerte de otra y lo
lleva a cabo con alevosía, ensañamiento o por recompensa, mientras que “matar”
no tiene por qué tener estas particularidades. Asesinar a alguien puede parecer complejo pero en realidad
no lo es. Matar puede convertirse en una obsesión. El resentimiento puede crecer,
puedes alimentarlo y después saciar el ansia, es algo parecido al hambre, un
hambre verdadera y voraz. Luego todo cosiste en tener un buen plan, “un buen
plan” se repitió a sí mismo y se
vio como una rata en una ratonera. Metió
la mano en el bolsillo y sacó un paquete arrugado de cigarrillos sin filtro,
mordisqueo la punta de uno y lo encendió. Aspiro largamente hasta que notó un
ligero mareo, eso le indicaba que la sangre estaba llena de nicotina. Sintió un
placer inmenso ¿sería algo parecido asesinar a alguien?
sábado, 14 de febrero de 2015
La sombra de la doctora 9 Asunto liquidado
El mayordomo Artur sirvió café a toda la familia. Nadie le hacía mucho caso, pues estaban bastante entretenidos en contar los billetes de 500 € que la mamá Ferrusola iba distribuyendo entre los hijos. Sólo el viejo Jordi lo miraba de vez en cuando con ojos húmedos. Al pasar a su lado para servirle el café, Pujol padre le dijo al Artur,
─ Això és la ruïna, Artur. Estem perduts!! ─comenzó a sollozar por lo bajini ─Aquesta gentussa de poble es menja la mà del seu amo
La Ferrusola corrió a intervenir.
─ Deixar-vos de tonteries. ─ y dirigiéndose al mayordomo ─tu fes la teva feina i no emboliquis més la troca!
Carmela y Aurelia seguían apostadas en el quicio de la puerta, con las armas preparadas para irrumpir en la reunión. Solo esperaban el momento oportuno. Las mujeres se miraron con complicidad… bueno Aurelia tenía los ojos un poco extraviados por el susto. La inspectora le señalo el tirachinas haciéndole ver que estuviera preparada para la acción. Entre susurros prepararon el asalto contra la evasión de capitales. Antes, Carmela hizo una llamada por el móvil.
─ Aurelia estate preparada, apunta bien el tirachinas y no te vayas a mear, que te conozco…
─ Carmela… yo creo que nos deberíamos ir por donde hemos venido. Esta gente no tiene escrúpulos y necesitan tratamiento… sobre todo la señora esa, Ferrusola es que se llama ¿no? Habría que hacerle una imposición de manos…
─ Sí, la imposición de manos se la hacía yo al bolsillo. Déjate de tonterías… A triunfar Aurelia!!!
Y dándole un empujón a la doctora en sicología irrumpieron en la sala. Toda la familia al completo se giro al unísono con caras de horror. Aurelia empezó a disparar el tirachinas a diestro y siniestro, gritando como Jerónimo, en pleno ataque al ejercito yanqui! Carmela, apuntaba con la pistola mientras enseñaba la placa y daba el alto al suelo.
─ La mare que les va parir!!! Són espanyoles!!! Artur, treu la senyera!!
La Señora Ferrusola con cara descompuesta gritaba a la familia en pleno.
─ Nens! agafin els diners i cap a Andorra!!! Ràpid tots els cotxes!!! D'aquestes m'encarrego jo!!! ─y cogió el atizador de la chimenea en plan amenazante.
Mientras, en la calle empezaron a escucharse las sirenas de los mossos, que en cuestión de segundos sitiaron el jardín. Los mossos que no son tontos, dejaron a los mastines con una pierna de cordero de la mejor calidad, comprada en el mercado de la Boquería. Entraron tres escuadrones de mossos con fusiles de asalto y gritando <<¡Soprano, quedas detenido!>> A lo que Carmela, muy indignada les advirtió que no era La Cosa Nostra, si no Casa nostra.
─ Por lo menos hoy, los Pujol-Ferrusola duermen a la sombra ─le decía Carmela a la sicóloga dándole golpecitos en la espalda como si fuera un caniche ─y suénate los mocos, mujer…
Continuará
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